El símbolo es fuerte. Este lunes 9 de mayo, Día de Europa, los colores de la bandera ucraniana iluminaron decenas de edificios desde Berlín hasta París, pasando por Atenas, Tallin y Lisboa. Por iniciativa de la Presidencia francesa del Consejo de la Unión Europea, los europeos han querido mostrar su solidaridad con Ucrania y su población.
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En la capital alemana, la Puerta de Brandeburgo se vistió de azul y amarillo durante la cena de trabajo entre el canciller Olaf Scholz y el presidente Emmanuel Macron. Como dicta la tradición, el Jefe de Estado francés recién investido cruzó el Rin para su primera visita al extranjero.
Nuevos desafios
Si la pandemia ha permitido a los europeos y a la pareja franco-alemana romper tabúes como el levantamiento de las deudas conjuntas, la invasión de Ucrania les obliga a ser aún más solidarios. “Emmanuel Macron y Olaf Scholz han hecho de la unidad europea y de los proyectos centrales de integración” de su política, estamos seguros dentro del gobierno alemán. Entre las dos capitales, la soberanía estratégica debería ser, por tanto, central en los próximos años. Lanzada por Emmanuel Macron, esta idea fue retomada por el nuevo gobierno de coalición de Olaf Scholz, en el poder desde diciembre de 2021.
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Queda por ver qué forma tomará esta cooperación militar, industrial y energética y cuáles serán los próximos pasos. «El nuevo gobierno alemán ha anunciado un cambio de era», recuerda Jacob Ross, del centro DGAP de Berlín, en referencia a los 100.000 millones de euros dedicados a la Bundeswehr y al envío de armas a Ucrania. “Dentro de la Unión Europea, en Francia, pero también en Estados Unidos, hay una expectativa de reformas. Los próximos cinco años serán los últimos de Emmanuel Macron como presidente. Con la guerra en Ucrania, el contexto por lo tanto se presta a la acción. Alemania jugará el partido, pero nada dice que saldrá de su posición defensiva”, él añade.
Poner en espera
En Berlín, como es habitual, se filtran pocos detalles, pero una cosa parece segura: no se espera ningún gesto contundente antes de las elecciones legislativas francesas de junio. Una posible convivencia dejaría muchos expedientes al margen. Pero incluso en el caso de una mayoría presidencial en la Asamblea Nacional, el camino no será necesariamente fácil entre los dos socios. En temas climáticos, Alemania, impulsada por ecologistas que son miembros del gobierno, podría desempeñar un papel de liderazgo. Lo mismo ocurre con la cuestión de la ampliación a los países balcánicos. Por otro lado, Berlín podría frenar una posible reforma de las normas fiscales deseada por París y Roma. Los liberales del FDP, también en el poder en Berlín, se oponen.
Las cuestiones militares también siguen siendo delicadas, como lo confirma el escalofrío provocado por la reciente compra de aviones de combate estadounidenses F-35 por parte de Alemania. París lo ve como una afrenta a la cooperación europea. En Berlín, en cambio, se recuerda que el avión del futuro europeo, el Scaf, no está operativo. “Entre París y Berlín tendremos que aclarar la relación entre la OTAN y la UE, y la cuestión de los 100.000 millones de euros anunciados por el señor Scholz. ¿Ayudarán a avanzar en proyectos de cooperación militar con Francia como el Scaf? Desafortunadamente, hay mucha desconfianza sobre estos temas entre los políticos y los círculos industriales de los dos países”, señala Jacob Ross.
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Entre Emmanuel Macron y Olaf Scholz, finalmente, y quizás sobre todo, tendrá que aprender a apreciarse mutuamente, para ayudar a despejar cualquier obstáculo futuro. si oficialmente «Ellos trabajan muy bien juntos», les falta la chispa que reinaba con Angela Merkel. Mientras tanto, a diferencia de los años de Merkel, el presidente francés ahora juega el papel de líder europeo. Para ver si esta distribución de roles se mantendrá en el tiempo.